LA PROBLEMÁTICA DE LA CENIZA Y LOS AVIONES

VIDEO EXPLICATIVO:


Ya en mas de una ocación hemos visto como se han cancelado vuelos a raiz de erupciones volcánicas.
Pero, realmente ¿Será tan necesario tener que cancelar vuelos y cerrar aeropuertos?, ¿Que tan dañina puede ser la nube de seniza pàra las aeronaves?...

Seguramente muchos estén pensado que la medida es algo exagerada, sobre todo los que hayan visto cancelado su vuelo, y no se terminen de creer que simple ceniza pueda causar problemas serios a por ejemplo un mastodonte de última generación como el Airbus A380. Pues, en esta ocasión, las autoridades no han exagerado ni un pelo, la ceniza volcánica es para los aviones algo así como lo que para nosotros los humanos una enfermedad terminal.


Por un lado tenemos que este tipo de ceniza, muy fina, es una estupenda “arma anti motores”, tanto para los de hélice como para reactores. Una vez en el interior de los mismos “invade” todas las partes móviles del motor y las colapsa por completo al fusionarse con ellas (la ceniza volcánica está compuesta por minerales que contienen silicio, el cual se funde a la temperatura que lleva dentro un motor de avión).

Por el otro los impactos de la ceniza contra el parabrisas de la cabina pueden provocar pequeñas perforaciones en el mismo y también en el propio fuselaje o en otros elementos importantes como las luces. Incluso se pueden llegar a formar capas de ceniza sobre partes sensibles del avión, como la cola, lo que se traduce en un aumento de peso que desequilibraría el aparato.

Cuando un volcán entra en actividad, se produce una erupción explosiva, que fragmenta la lava en micropartículas y la proyecta a la atmósfera. A veces alcanzan, incluso, la alta atmósfera y pueden permanecer largo tiempo en suspensión. "Tras la erupción del monte Pinatubo, en Filipinas, en 1991, sus cenizas llegaron a dar la vuelta al mundo y eran perceptibles muchos meses después del desastre", recuerda Martí, "aquel desastre tuvo consecuencias incluso climáticas, porque hizo descender la temperatura global".

Otro problema que se plantea para los aviones es que sus radares, a diferencia de lo que ocurre con otros fenómenos meteorológicos, no detectan la situación de la ceniza. Las partículas penetran a gran velocidad en los reactores de la nave. Éstos reaccionan, detectan una situación anormal y envían instrucciones erróneas al piloto. Las señales erróneas pueden provocar respuestas erróneas y causar un grave problema de seguridad.

El transporte de las cenizas volcánicas depende de los vientos, por eso es relativamente impredecible. Para ello existen unos centros de aviso de cenizas, los Volcanic Ash Advisory Centers (VAAC), que se ocupan de estudiar la situación atmosférica diariamente y de lanzar la alarma si surgen problemas. Hay nueve centros de avisos de cenizas volcánicas en el mundo: Londres, Toulouse, Washington, Buenos Aires, Wellington, Darwin, Montreal, Anchorage y Tokio.

Una vez el aeropuerto ha recibido el aviso de los VAAC, se ponen en marcha los protocolos que permitirán a los pilotos cambiar la trayectoria del avión para evitar las nubes de ceniza. Si la densidad de la nube no permite rodear las zonas de peligro, se procede a cancelar los vuelos. Eso es precisamente lo que ha sucedido en el norte de Europa.
Como vemos el cerrar parte de los espacios aéreos y cancelar cientos de vuelos ha sido en este caso una medida acertada, y nada exagerada, para evitar desgracias humanas y también importantes pérdidas económicas (reparar un avión que ha conseguido salir de una pieza de un vuelo entre cenizas volcánicas es extremadamente costoso. Más de 60 aviones han sido desechados por el daño producido por ceniza).





FUENTES:
www.alt1040.com
www.elmundo.es

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